Compartimos con ustedes este texto con
la idea de invitarlos a leerlo y pensarlo sobre dos cuestiones:
¿Qué semejanzas y diferencias encuentra en la
confrontación generacional actual
(
con sus hijos) la que usted tuvo con sus padres?
Atendiendo
a lo anterior: ¿Qué beneficios puede identificar en el sostenimiento y en el
ejercicio de la autoridad afectuosa y responsable ?
Trabajo de sustitución generacional
El
movimiento de sustitución generacional es un tema complejo que moviliza toda la
estructura vincular entre hijos y progenitores, tiene a la confrontación como
operación de impugnación y crítica de lo heredado, y si bien no puede transitarse sin desafío ni apremio tampoco
está exenta de angustia.
La
confrontación no alude a una batalla aunque el odio esté en juego, y no se
trata de una guerra aunque las trincheras sean necesarias: es una operación
resultante de un tipo de vínculo entre padres e hijos basado en el
reconocimiento mutuo, en el que la autoridad de los padres ha sido un hecho
como también lo ha sido la apuesta de capital libidinal sobre los hijos.
La
paradoja es que si todo ha ido bien se instalará un campo de malestar
insoslayable ya que sus efectos benéficos no son visibles de manera directa ni
inmediata.
Winnicot
se ha referido ampliamente a la confrontación general y sus connotaciones en la
organización adolescente destacando en ella la presencia de componentes
agresivos y de ternura. Parte de la idea de inmadurez adolescente como
elemento esencial de la salud, que no
requiere otra cura que el paso del tiempo, aunque resulte indispensable la
función de sostén de la familia y la
sociedad. Crecer es un acto agresivo de
posesión de un lugar que se gana al otro, a través de la pelea. Cuando
el niño se transforma en adulto lo hace
sobre el cadáver de un adulto. Sin la desidealización de los padres no
es posible acceder a la instalación de la brecha generacional, y para ello es
necesario el cuestionamiento de las certezas de los enunciados adultos. La
evitación de la confrontación a través de la tolerancia o del autoritarismo
equivale a la claudicación e implica el desmantelamiento del sentido de
oportunidad. Si los adultos resignan la oposición, al adolescente no le queda
otra alternativa que volverse adulto en forma prematura, falsa madurez por
cierto no exenta de consecuencias. La supervivencia, en cambio, permite la
paradoja de que solo un padre vivo se deja matar.
“Con
la condición de que los adultos no abdiquen, podemos considerar los esfuerzos
de los adolescentes por encontrarse a sí
mismos y determinar su destino como lo más estimulante que nos ofrece la
vida. (Winnicot, 1968).”
Adolescencias: trayectorias
turbulentas, María Cristina Rother Hornstein
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